jueves, 26 de junio de 2008

Expulsan a Eufrosina Cruz de su comunidad y la amenazan

24 de junio de 2008

EFE

Ciudad de México.- La autoridad municipal de una comunidad indígena de Oaxaca expulsó a Eufrosina Cruz, a quien hace ocho meses le impidió aspirar a la alcaldía de este pueblo por el hecho de ser mujer, denunció la afectada.

La mujer, que desde entonces protagoniza una campaña en favor de los derechos de las indígenas, ha incumplido en varias ocasiones la expulsión para visitar a sus familiares en el pueblo, lo que ha hecho que reciba reiteradas "amenazas de muerte".

Los hechos sucedieron el pasado 11 de mayo en la comunidad de Santa María Quielogani, habitada por unos mil 600 indígenas de etnia zapoteca y que se encuentra en una región montañosa del estado, relató Cruz ante un grupo de periodistas en la Cámara de Diputados.

"En la comunidad se levantó un acta de autoridad municipal donde me desconocen como ciudadana", lamentó Cruz en una rueda de prensa. La decisión de la asamblea de la comunidad contra ella se concretó un día antes de que varios diputados federales visitaran Quiegolani para conocer un centro que sirve de lugar de reunión para las mujeres que simpatizan con la disidente.

"En ese cuarto nadie nos amenaza, nadie nos dice que estamos locas", al contrario de lo que sucede afuera, donde "por alzar la voz te expulsan de tu comunidad", expresó Cruz en defensa del centro. Añadió que ha denunciado estos hechos ante los responsables de derechos humanos del estado de Oaxaca.

Reiteró que continuará reivindicando el derecho de las indígenas a participar en la vida política de sus comunidades, al señalar que esa lucha "es parte del precio" que tienen que pagar como mujeres para obtener la libertad.

martes, 24 de junio de 2008

Rebeldes estadunidenses llaman a globalizar movimientos sociales

Activistas avizoran que “las sabidurías del sur de EU se encontrarán con las del sur global”

Instan a negros, latinos y blancos a aliarse y asumir el principio zapatista de “mandar obedeciendo”

New Market, Tennessee, 2 septiembre. En este oasis rebelde que ha transformado el panorama nacional culminaron tres días de celebraciones por el 75 aniversario del Highlander Research and Education Center, con un festival cultural, en el que los versos de Violeta Parra y el ritmo contagioso de Nueva Orleáns y el banjo y violín de estas montañas del sureste invitaban a continuar la misión de “acción colectiva por la justicia” para crear otro Estados Unidos.

Los ecos de las luchas sindicales de los años 30 y 40, el movimiento de derechos civiles, la justicia ambiental, la lucha contra el racismo y la homofobia, el altermundismo y más emanaban desde las fotos de reuniones de estrategia de mineros y textileros, de Martín Luther King y Rosa Parks, de acciones contra el Tratado de Libre Comercio y tantas más, con un fondo sonoro de himnos y corridos, gospel, blues, bluegrass, jazz y rap retumbando contra los montes, y en las voces de veteranos de estas luchas como las de nuevas generaciones.

Resistencia en el ombligo del imperio

Aquí, como desde 1932, este es uno de los pocos lugares en Estados Unidos donde afroestadunidenses, blancos, latinos e indígenas, entre otros, han encontrado una casa común desde donde armar rebeliones y movimientos de resistencia en el ombligo del imperio.

La influencia de Highlander se puede encontrar por todas partes: en luchas por la defensa ambiental en las montañas de este y otros estados de Appalachia, en huelgas mineras en Virginia, en movimientos por vivienda y salud en Luisiana o Carolina del Norte, en defensa y organización de migrantes, en nuevas iniciativas sociales de jóvenes y en la música y otras expresiones culturales del sur.

“Cultura empresarial que amenaza el planeta”

Por ejemplo, recientemente, a unos cuantos kilómetros de aquí, hubo un triunfo histórico en una lucha sindical encabezada por migrantes en alianza con blancos y afroestadunidenses.

En una planta de procesamiento de pollo en Morristown, en una región famosa por su antisindicalismo feroz, se lanzó un esfuerzo para afiliar a los casi 500 trabajadores, en su mayoría mexicanos y centroamericanos. El voto de 465 a 18 a favor logró instaurar por primera vez un sindicato en esa planta y poco después se aprobó de manera unánime el primer contrato colectivo.

“Eso es muestra de valentía, de coraje”, declaró Jim Sessions, ex director de Highlander. El centro aportó todo el equipo de traducción para el proceso, y mucha de su gente guió la estrategia. Pero aún más que eso, también fue muestra de la clave para el futuro de esta región, el país y el mundo, afirmó Sessions. “Las alianzas entre negros, latinos y blancos son claves para triunfar, para la solidaridad y la independencia, en la lucha contra una cultura empresarial que amenaza el planeta”.

Necesaria, la acción colectiva

Suzanne Pharr, otra ex directora de Highlander, habló de los desafíos a futuro, de “como la gente añora ser tratada justa y dignamente, de recuperar sus tierras y recursos. Nuestro trabajo no es sólo reconstruir nuestras regiones, sino reconstruirnos a nosotros mismos, buscar cómo curarnos y asumir una responsabilidad, y para eso necesitamos, como siempre, de la acción colectiva con esperanza y alegría”.

Aquí, ex directores y la actual directora Pam McMichael hicieron referencias a las experiencias de Cuba, Venezuela, Argentina, Nicaragua (en los años 80), y Sudáfrica, y expresaron, en esencia, que la tarea más importante es construir un fuerte movimiento social en Estados Unidos con perspectiva global.

De manera reiterada se subrayó la importancia de generar movimientos a nivel local con la mira a tejer un movimiento nacional que se vincule de manera trasnacional.

Cómo hacerlo, con quién, dónde están los puntos de reunión y más fueron puntos abordados en talleres, foros y reuniones todo este fin de semana.

La historia casi oculta de los movimientos sociales estadunidenses enmarcó estos diálogos, revelando por medio de palabra, canto, teatro y cine las rebeliones que sucedieron y están brotando, a veces a nivel microscópico, por toda esta región y este país.

Un veterano de luchas de Mississippi, de 81 años, contó su vida como granjero negro, de su encarcelación en la fila de la muerte por un delito que no cometió, y sus luchas por la igualdad racial.

“Cuando llegué por primera ocasión a Highlander, en 1961, me dije: ‘¿a poco hay blancos que hablan así?’ Pensé que era otra trampa más para acusarme de algo, pero descubrí que era real.”

“No los llamamos ilegales, los llamamos hermanos”

Stewart Acuff, director de organización nacional de la central obrera AFL-CIO, declaró aquí que este lugar fue epicentro de los esfuerzos sindicales en los años 30 y 40 que lograron agremiar a 400 mil trabajadores por todo el sur, con 10 mil organizadores, cientos de los cuales operaban o fueron capacitados en Highlander.

Declaró que hoy día, esa lucha sindical gira en torno de recuperar el propio derecho de organizar y enfrentar “más de 30 años de guerra de clase contra los trabajadores. Esa lucha es la misma que antes, por más libertad y más justicia, y para defender la dignidad humana”.

Al referirse a los cambios demográficos del sur y otras partes del país, Acuff aseveró que “una de las luchas más importantes para nosotros” son las hechas en favor de “los trabajadores que han tenido que abandonar su país para sostener a sus familias. A ellos que cruzan estas fronteras nosotros no los llamamos ilegales, los llamamos hermanos, los llamamos hermanas”.

Pancho Arguelles, del Centro Flatlander en Texas, una institución de educación popular, comentó que ahora se está provocando una nueva dinámica aquí: “¿Qué va a pasar cuando el sur se encuentre con el sur global? Las sabidurías del sur estadunidense se encontrarán con la sabiduría que surge de la lucha en el sur global”.

Agregó que los inmigrantes están hartos de los analistas y especialistas que desean aconsejarlos sobre los pasos pragmáticos que su movimiento debería tomar. “No queremos pronósticos del clima, queremos ser el clima, una tormenta”. Señaló que se debería considerar el principio de los zapatistas de “mandar obedeciendo”.

Highlander, por primera vez en su historia, se convirtió en un centro bilingüe hace pocos años, justo para nutrir las potenciales y necesarias alianzas entre los inmigrantes latinoamericanos y los sureños (negros, blancos e indígenas), al considerar que el futuro de las luchas por la justicia en esta región y este país dependerán cada vez más de las alianzas entre éstos.

Esto también se manifestó en expresiones culturales en este festejo, donde los versos de resistencia se intercalaban constantemente con la prosa de las historias de estas luchas y lo que significa para el futuro.

Concierto para festejar

Anoche, en un concierto de celebración, la gran cantautora contemporánea Ani DiFranco compartió el escenario con el famoso líder de la lucha de jornaleros agrarios Baldemar Velásquez y su banda Águila Negra, que cantaron en español sobre las vidas y los actos heroicos de los inmigrantes en los campos y al cruzar la frontera.

Bernice Reagon, famosa cantante y música del movimiento de derechos civiles, y su hija Toshi, así como el coro del Student Nonviolent Coordinating Comité, una de las organizaciones fundamentales de ese movimiento en el sur, ofrecieron canciones de entonces y de ahora.

Pete Seeger, legendario músico de folk, envió un mensaje videograbado a Highlander trasmitido durante el concierto. Con su banjo, tocando un poco de This Land is Your Land, comentó que estas miles de luchas en todas partes, de las cuales Highlander ha jugado un papel tan central, “son las que van a salvar a este mundo, con los pueblos haciendo lo que se tiene que hacer”.

DiFranco ofreció un poema al concluir sus canciones, con un verso que dice: “Estoy tratando de pensar ¿Qué es lo que necesita ocurrir para que mi país se levante? Primero reconocer nuestros errores, y después organizar”.

Así, este oasis rebelde continúa haciendo realidad la herencia de sus fundadores, en particular el pedagogo popular Myles Horton, quien insistió que el pueblo es el líder. Afirmó: “tienes que creer que las personas tienen la capacidad dentro de sí mismas de desarrollar la capacidad de gobernarse a sí mismas”, escribió en su autobiografía The Long Haul.

DESAPARECE ACTIVISTA EN PUEBLA

La Jornada/Gabriel León Zaragoza

La Organización Independiente Totonaca (OIT) de la Sierra Norte de Puebla acusó al gobierno estatal de ser el presunto responsable de la “desaparición política” del integrante de su agrupación Bonifacio Gaona Barrientos, quien desde el pasado 17 de mayo se encuentra desaparecido. Llamó a las autoridades estatales a presentar con vida al miembro de la agrupación defensora de los derechos indígenas y de las mujeres, con sede en el poblado de Huehuetla.

Presumió que se trata de una “desaparición forzada”, debido a que tiene “carácter político”, toda vez que “se enmarca dentro del proceso de represión permanente del gobernador Mario Marín y las autoridades caciquiles, de procedencia priísta, del ayuntamiento de Huehuetla, hacia nuestra organización” y los movimientos sociales.

Por la organización social, Mariano Matías Fermín expuso que Gaona Barrientos, con domicilio en la ciudad de Puebla, Puebla, fue visto por última vez el mes pasado, cuando salió de la Central Camionera con rumbo a Huehuetla, sin que hasta la fecha sus familiares y amigos tengan noticias de él.

Indicó que presentaron la demanda correspondiente ante autoridades judiciales, y también lo denunciaron al gobierno del estado, del cual, dijeron, no han obtenido alguna respuesta favorable.

“Hemos tenido encuentros con el procurador del estado, quien nos ha ofrecido la misma respuesta que dan las autoridades que nos atienden desde 1989, cuando denunciamos casos de violaciones a los derechos humanos: nada”, lamentó el activista.

Presentó un documento dirigido a la oficina de la Policía Judicial de la Procuraduría General de Justicia del Estado, en el que el agente del Ministerio Público le solicita realizar la indagatoria correspondiente a la presunta desaparición