Los de Abajo
Gloria Muñoz Ramírez losylasdeabajo@yahoo.com.mx
Una de las cada vez más escasas movilizaciones en la Universidad de Berkeley, California, considerada la “más liberal” o contestataria de Estados Unidos, terminó con el arresto de los activistas que defendieron durante 21 meses una arbolada milenaria que finalmente fue destruida para construir un centro de entrenamiento deportivo.
Más de 40 árboles que eran parte del Oak Grove (pequeño bosque de roble), lugar sagrado de los indígenas ohlone, habitantes originales de lo que después se conocería como el área de la bahía de San Francisco, fueron derribados por las autoridades del famoso campus que en la década de los 60 anidó movimientos históricos por la defensa de los derechos civiles.
Esta semana el último de los manifestantes que viviera en una pequeña casa ecológica en la copa de los árboles abandonó su posición. Los activistas aceptaron descender “pacíficamente” bajo la condición de que “la universidad establezca un comité para determinar el uso de sus terrenos, y que tome en cuenta las opiniones de estudiantes y miembros de la comunidad a la hora de tomar decisiones en el futuro”. Cabe señalar que la fuerza pública estaba lista para el desalojo y ya se había construido un andamiaje alrededor del penúltimo árbol que quedaba por derribar. En cuanto los activistas bajaron fueron arrestados por la policía.
La protesta inició a finales de 2006 con la intención de evitar la destrucción de la arbolada, más por fines ecológicos que de preservación de la cultura indígena. La manifestación tomó un giro en los meses siguientes, cuando los líderes de la tribu indígena ohlone declararon que ahí descansaban sus ancestros. La universidad negó la existencia de pruebas que avalaran que los esqueletos encontrados fueran indígenas, y señaló que, “aunque lo fueran, la legislación de California no prohíbe las construcciones sobre antiguos cementerios”. La batalla legal, finalmente, la ganó la universidad cuando un tribunal dio el visto bueno para el inicio de la construcción de un centro de atletismo que costará 124 millones de dólares.
El martes 9 de septiembre ya habían sido taladas 40 de las 42 secuoyas (sequoias) rojas de California, quedando sólo el árbol con los manifestantes y otro que va a ser trasplantado. La secuoya es el árbol vivo más alto del mundo y horas más tarde de quedar libre de activistas fue derribado, quebrantando así no sólo uno de los ecosistemas más complejos de California, sino un sitio sagrado de los ohlone.
Con la tala de los robles se derribó también una de las pocas protestas que aún iluminaban los corredores de una universidad en la que se gestó el movimiento más audaz y creativo contra la guerra de Vietman.
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