David Brooks
Nueva York, 27 de enero. Howard Zinn, el historiador que narró la “otra historia de Estados Unidos”, desde el punto de vista de los de abajo, a lo largo de su carrera, falleció este miércoles a los 87 años de edad.
Autor de varios libros, entre ellos el texto de historia más vendido, La otra historia de Estados Unidos (A People’s History of the United States), ponente, articulista, dramaturgo (Marx en Soho y una obra sobre Emma Goldman) y colaborador de La Jornada, era profesor emérito de historia en la Universidad de Boston.
Una de las voces independientes de izquierda, fue uno de los intelectuales más admirados por veteranos de las luchas sociales de la posguerra como por jóvenes, por su vida de praxis: era pensamiento y acción. “El problema no es la desobediencia civil, sino la obediencia civil”, afirmó en un discurso en Baltimore en los años 60, durante un acto al cual acudió en lugar de presentarse ante un juez para ser sentenciado por sus acciones contra la guerra en Vietnam; después, cuando regresó a la Universidad de Boston, un par de policías lo esperaban para arrestarlo.
Veterano de la Segunda Guerra Mundial, donde participó en los bombardeos aéreos contra Alemania, Zinn regresó después del conflicto para ver la destrucción que se cometió desde 30 mil pies de altura. Al ver Dresden y otras ciudades, decidió que para siempre, sin excepción, tenía que oponerse a la guerra. Colocó sus medallas y documentos que recibió por su servicio militar en un sobre, lo cerró y lo rotuló “nunca más”, refirió Ap.
Nació en Nueva York en 1922, hijo de inmigrantes judíos que vivieron en una colonia de clase trabajadora en Brooklyn. Se educó en la Universidad de Nueva York y en la Universidad de Columbia, donde recibió su doctorado en historia. En 1956 se le ofreció una plaza en Spelman College, una universidad para mujeres afroestadunidenses, en lo que era entonces la ciudad racialmente segregada de Atlanta.
Ahí participó en los inicios del movimiento de derechos civiles, alentado a sus estudiantes a participar en él. Una de ellas era Alice Walker, autora de El color púrpura, quien se hizo amiga de toda la vida de Zinn. Despedido de Spelman por “insubordinación”, Zinn fue contratado como profesor por la Universidad de Boston, donde continuó su activismo, tanto en el movimiento de derechos civiles como contra la guerra en Vietnam (uno de los primeros intelectuales estadunidenses en hacerlo).
Se jubiló en 1988 y pasó su último día apoyando una huelga de enfermeras, pero nunca dejó de trabajar, y gozar, en la desobediencia al poder, a la imposición, a la guerra y al imperialismo. En numerosas entrevistas con La Jornada, donde también contribuyó con decenas de artículos a lo largo de los últimos años, este ser digno, humano y modesto nunca perdió el optimismo sobre la capacidad del ser humano para rescatar a la humanidad con la rebelión ante la opresión de todo tipo.
Preguntado porqué en Estados Unidos había tan pocas señales de un movimiento masivo progresista en la era de George W. Bush, respondió que había más vitalidad y expresión progresista que en los años 60, pero estaba fragmentada y más aislada de sí misma, aunque presente en casi todas las esquinas.
Recordó que los intelectuales izquierdistas lamentaban lo mismo en los 50 del macartismo, pero que en esos mismo momentos jóvenes en varios pueblos del sur del país realizaban los primeros actos de desobediencia civil contra la segregación racial, la que estallaría poco después en el gran movimiento de derechos civiles. “Eso, seguramente, está ocurriendo ahora. Eso es lo que uno aprende de la historia, esas sorpresas que solamente se perciben después”.
En lo que tal vez fue su última aportación a un medio, Zinn escribió unos párrafos para The Nation sobre el primer año de Barack Obama. “No me ha decepcionado terriblemente porque no esperaba mucho de él. Esperaba que fuera un presidente demócrata tradicional. En política exterior, eso es poco diferente a un republicano: nacionalista, expansionista, imperial y bélico. La gente está apantallada por la retórica de Obama, y creo que ya debería empezar a entender que será un presidente mediocre, lo cual significa, en estos tiempos, un mandatario peligroso, a menos que se presente un movimiento nacional para empujarlo en una dirección mejor”, escribió Zinn.
Entre sus admiradores estadunidenses están Bruce Springsteen (el historiador influyó, se dice, en algunas de sus canciones) y fue amigo de Matt Damon, quien incluyó una famosa referencia a su texto de historia en el guión de la película Good Will Hunting, donde su personaje le recomienda el libro a su sicólogo (Robin Williams). Pero desde los jóvenes de las batallas por la justicia global en Seattle hasta los veteranos activistas, Zinn siempre fue referencia.
Recientemente había realizado un teatro de lecturas en voz alta con diversos actores y músicos reconocidos (Tim Robbins, Damon, Springsteen), y otros de discursos, canciones, versos, cartas y más sobre figuras históricas, algunas famosas otras no, que reflejan la historia desde debajo de este país. Un documental sobre lo anterior fue grabado y trasmitido por el History Channel el mes pasado, y el video estará pronto a la venta. Los textos forman parte de Voices of a People’s History of the United States, un volumen de los materiales primarios que utilizó para su famoso texto de historia.
Zinn murió de un infarto mientras estaba de viaje en California. Su esposa falleció en 2008, con la cual tuvo dos hijos. El historiador seguirá vivo a través de los desobedientes que siempre celebró.
No hay comentarios:
Publicar un comentario