Tiene 47 años pero no pierde oportunidad de participar en cuanto partido de futbol puede. Ha jugado al lado o contra cracks como Diego Armando Maradona, Héctor Chumpitaz y Diego Latorre. Forma parte del Litoral, un equipo semiprofesional que aspira a ascender a la liga mayor. Se llama Evo Morales y, además, es presidente de Bolivia.
Su último partido fue el pasado viernes, en Lima, Perú, durante la quinta Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de América Latina, el Caribe y
La cascarita le sentó mal a la clase política local. Jorge del Castillo, presidente del Consejo de Ministros, declaró: “si un partido de futbol significa el éxito de una cumbre, es excelente, en buena hora para ellos; pero la verdadera cumbre está en la junta de los presidentes, de los cancilleres”.
Pero así se las gasta el presidente boliviano. En noviembre del año pasado, durante
El futbol es fundamental en la vida de Evo Morales. Siempre lo ha sido. A los 13 años fundó en su comunidad un equipo de nombre Fraternidad. Él era capitán, delegado y árbitro. A los 16 años lo eligieron director técnico de todo el cantón. Él cuenta: “Era como dueño del equipo. Tenía que trasquilar oveja, lana de llama; mi papá me ayudaba; era muy deportista, vendíamos la lana para comprar pelotas, uniformes.”
En los 80 la sequía obligó a su familia a emigrar hacia el Chapare. El deporte fue la llave que le abrió las puertas de la amistad en su nueva tierra, la herramienta de vinculación con sus vecinos. “Un día entré a jugar futbol con los colonos y fui goleador. Luego todos querían que juegara con ellos.”
Una foto registra aquellos tiempos. En ella, al atardecer, con el cielo nublado, un joven delgado y de bigote sonríe. Viste uniforme. La camiseta es de color azul celeste con cuello en forma de uve; el short, negro con rayas blancas a los lados. Lleva en el brazo derecho una muñequera para el sudor. Tiene el pie derecho colocado sobre un balón de cuero.
El futbol fue, también, un camino que lo acercó al mundo de la política. A los pocos meses de llegar a la región fue elegido secretario de deportes del sindicato de cocaleros San Francisco. En 1985 pasó a ser secretario general. En 1988 fue nombrado secretario general de
En 1980, durante la dictadura militar de Luis García Meza, un equipo de la lucha contra el narcotráfico quemó vivo a un sindicalista. Evo se enteró de la salvajada mientras estaba en una cancha de futbol. Él y otros jóvenes deportistas fueron convocados a una reunión de emergencia. Decidieron que había que apoyar al sindicato y participar en una marcha para defender los derechos humanos y protestar contra la barbaridad que el gobierno había cometido.
Morales explicó a la cadena televisiva Fox News, en enero de 2008, la profunda huella que esta pasión le ha dejado. “El futbol –le dijo– es un instrumento integrador. No se trata sólo de campeonatos, trofeos o medallas. Su significación va mucho más allá. El futbol nos hace olvidar a los políticos lo que son nuestros problemas específicos. Hasta la pobreza, así sea por 90 minutos, da paso a este fenómeno social.”
Pero, más allá de su afición y pasión deportiva, el reciente protagonismo futbolístico de Evo Morales proviene de su rechazo a la decisión de
A pesar de lo que dicen los dueños de la pelota, no existen pruebas científicas que demuestren que jugar en las alturas es perjudicial para la salud. Desde hace años se disputan torneos y ligas profesionales en Bolivia, Perú y Colombia, y a nadie le ha pasado nada por jugar allí.
La decisión de
La protesta, el 16 de marzo, Evo y Diego Armando Maradona jugaron un partido en
También, como una forma de presionar a
Luis Hernández Navarro (20-05-2008) La Jornada
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